“Nuestro miedo más profundo no es
que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos inmensamente
poderosos. Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta. Nos
preguntamos: ¿Quién soy yo para ser brillante, precioso, lleno de talento? En
realidad ¿quién eres tú para no serlo? Eres hijo de Dios. Jugar a ser pequeño
no sirve al mundo. No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas
cerca de ti no se sientan inseguras.
Nacemos para hacer manifiesta la
gloria del Universo que está dentro de nosotros. Esto no está sólo en algunos,
sino que está en todos nosotros.
A medida que permitimos que nuestra
luz se irradie, inconscientemente estamos facilitando que otras personas hagan
lo mismo. Al liberarnos de nuestro miedo, nuestra
sola presencia libera a otros”.
Estas palabras pueden dar mucho que
pensar y fueron pronunciadas por Nelson Mandela en su discurso de investidura
como presidente de Sudáfrica. Mandela las utilizó magistralmente para
transmitir lo que para él, era la misión de su vida, como presidente y como
hombre: conseguir la reconciliación.
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