Tradicionalmente se ha relacionado el concepto de salud
holística con las terapias alternativas y complementarias, dentro de un
saco en el que entran la superchería, el esoterismo, el chamanismo, la
sanación, el movimiento hippie o las corrientes dela “nueva era”, entre
otros variados y variopintos elementos.
Sin embargo, algo está cambiando cuando profesionales del sistema
sanitario empiezan a hablar también de salud holística y lo hacen para
referirse a una visión de la salud que tiene en cuenta al ser humano
como un todo, compuesto por mente y cuerpo, y aborda sus aspectos
físico, emocional y espiritual, entendido éste como la capacidad de
trascendencia de la persona, más allá de sus creencias religiosas. Y lo
hace sin renunciar a los avances y conocimientos de nuestro tiempo.
Entre los representantes de esta tendencia figuran médicos como el Dr. Mario Alonso Puig o Salvador Casado, quien en su blog “La consulta del doctor Casado” habla de “terapias de tercera generación” para referirse a herramientas como el Mindfulness. El Dr. Casado
las considera “la mayor revolución en el ámbito sanitario”, por encima
de la tecnológica. También el profesor Mansour Mohammadian defiende, en
su teoría sobre Bioeconomía
o “economía del tercer camino”, la necesidad de pasar de una visión de
la salud como ausencia de la enfermedad a un concepto holístico de salud
física, emocional y mental, de forma que vivir se convierta en “añadir
vida a los años que tenemos y no añadir años a la vida”.
Lo novedoso es que estas corrientes apuestan por integrar los
elementos válidos de las medicinas tradicionales, rescatando la
sabiduría sanadora de distintas culturas y partiendo de una visión más
amplia del ser humano para después pasarlo todo por el filtro de la
ciencia. Los ingredientes son los mismos que se aplican en el mencionado
Mindfulness, que parte de una “visión oriental” de la salud combinada
con una exhaustiva investigación bajo tres principios:
- medicina mente-cuerpo en la que estos dos conceptos forman parte de un todo;
- una actitud participativa del paciente, que no delega toda la
responsabilidad de su salud sobre su médico sino que mantiene una
postura crítica y activa en su enfermedad;
- terapias complementarias, nunca alternativas a otras opciones, que
promueven prácticas saludables adaptadas a las circunstancias personales
de cada cual.
Dignos de mención considero los “Principios para una prescripción prudente”,
un proyecto puesto en marcha en Internet y las Redes Sociales por cinco
médicos de familia y farmacéuticos que pretendían hacer reflexionar a
los prescriptores sobre la prudencia a la hora de recetar. O “Mírame, diferénciate”,
una iniciativa colaborativa “que pretende dar una visión reflexiva del
sistema sanitario”, llevada a cabo por un grupo de profesionales con el
objetivo de humanizar la atención sanitaria. Así como la Plataforma por
una Sanidad Natural encabezada por Acuprona,
que podría –y debería- ser el primer paso para una posterior
integración entre dos visiones de la salud –la mal llamada medicina
alopática o convencional y las peor denominadas terapias alternativas o,
mejor, complementarias- hasta ahora enfrentadas.
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